De todo un poco
Marcelo Boscoso

Nona, siempre Nona
Viernes, a las 7 de la mañana si íbamos en auto o a las 3 de la tarde si íbamos en avión, partíamos para Rio Negro. Lujan, Mercedes, Santa Rosa, General Acha y el Camino del Desierto hasta Colonia 25 de Mayo o el de las Sierras Lihuel Calel y Casa de Piedras hasta llegar a Allen, capital nacional de la pera y del ciclismo, en el Alto Valle. Sus chacras de perfumes únicos custodiados por altos álamos en formación, rodeados de canales de riego y calles finales de piedras milenarias, nos daban la bienvenida y nos acompañaban a destino.

Carlota nos esperaba en la vereda, con sus ojos azules alemanes y su hermoso pelo blanco, adentro nos sorprendia con tortas caseras, su gran creación "la ochenta golpes", y con la pava al lado del fuego para tomar unos mates. Encargaba unas empanadas para la primera noche, esperaban en la alacena los Gennari Tinto, después vendrían los ravioles de don Hernandez y al otro día, el lechón a la parrilla. Duraznos al natural, compotas caseras, un cajón de manzanas y peras siempre al lado de la vieja heladera que nunca, nunca dejaba de andar.

Todo salía a la perfección, ir a a visitar a la Nona, la Oma para mis primos, era una fiesta. Los sábados a la Costa, a bañarnos al agua helada y cristalina de deshielos de montaña, después al Casino del Rio, en el puente que une a la provincia de Rio Negro con Neuquén, donde ella siempre salía victoriosa y después pagaba la comida, a la nochecita, los únicos que nos tomábamos un champagne en la vieja esquina de Aragón ante la mirada de todos.

Y estos años fueron pasando, con inmensas, infinitas e interminables anécdotas, el nono José con Rolo Alzaga Unzue, las hermanas Legrand, las espiadas a Perón y Evita desde el balcón , la chacra de Fernandez Oro, la hermosa casa de Mariani 445, toda una hermosa vida de lucha, trabajo, inmensos sacrificios pero con una enseñanza inmensamente incalculable para todos los que fuimos llegando.

La visita de su inseparable amiga casi hermana Celia, la doctora Miriam, que a cada rato la iba a controlar, el prolifero hacendado Hércules, que le llevaba los cajones de pollo , la Ñata, que no podía ya caminar y la llamaba a cada rato por teléfono, Victorio, su chofer de taxi particular que la llevaba a La Anonima a comprar esas ofertas de quesos de los viernes donde se traía la horma de cremoso y un buen pedazo de rallar. El almacén de la esquina , a comprar la gaseosa del lugar, el pomelo Interlagos, la cancha de Unión Progresista, con partidos de futbol y gritos de gol a toda hora, con jugadores de todas las edades, la música que llegaba a las ventanas que dejábamos abiertas, como la misma puerta de calle , los sábados por la madrugada, proveniente del club de la vuelta.

A horas de su cumpleaños que sería el 91, a casi un año de su ausencia nada más que física el mes próximo, continuaremos para siempre juntos, incondicionalmente, no solamente sin olvidar jamás todo lo vivido, siguiendo viviéndolo. En marzo iremos a visitar a Tía Elena, y seguiremos trayendo y reconstruyendo recuerdos y vivencias de esa vida tan hermosa que tuvo y tiene la Nona, siempre Nona.



La grieta no existe.-

La Grieta es puro cuento.-

Copiando y reperfilando.-

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