La Renovación del Peronismo ya no se discute. Solo alguno que otro dirigente pretende conservar el status quo, luego de la fenomenal derrota electoral. El resto, sin renegar por ahora de los postulados K que acompañaron durante 12 años, no quieren saber nada con Cris, las causas por corrupción y la patrulla perdida que la acompaña. La renovación es un hecho, que parafraseando a Perón nace como un “anticuerpo del movimiento”, e historiando sus antecedentes, viene “de afuera del peronismo hacia dentro”.

El verdadero punto de partida y bisagra renovadora podría considerarse la elección de medio término del año 2013, donde Sergio Massa renunció de un solo golpe y sin especulaciones a la herencia K, derrotó en el principal distrito del país al gobierno nacional y provincial y le clavó una estaca en el corazón a la idea de “Cristina eterna”. Con audacia y acompañado por Macri y por un puñado de intendentes bonaerense, se constituyó en el “precursor” de una renovación peronista que día a día confluye hacía su figura y que enriquece a su Frente Renovador con importantes sectores y dirigentes no peronistas.

Nada fue casual. Massa supo con inteligencia y liderazgo conformar el mejor equipo económico-social del peronismo y un acompañamiento político movimientista, que con altibajos supo consolidar y preservar hasta el presente y que siendo injustos podemos resumir en dos íconos: Roberto Lavagna y José Manuel de la Sota.

Una interna abierta de por medio consolidó la renovación y el alcance nacional en UNA, que luego rompió la polarización en la 1ra vuelta presidencial con cerca de 6 millones de votos. Hoy, con 9 desilusionantes meses de de la política económica y social de Macri y la rápida desintegración del Kirchnerismo y del liderazgo de Cristina, el “cambio justo” propuesto en aquella elección, se revalúa, toma altura y se proyecta hacia adelante.

Historia renovadora, sólidos equipos de gobierno, confrontación con Cristina y excelentes resultados electorales, serían la carta de presentación de Massa y su FR, para aspirar a más. Pero su ventaja como parte de la Renovación Peronista y de la Política Nacional, no se queda allí. Podemos describir otros atributos.

La garantía de gobernabilidad a nivel nacional y bonaerense, cambios importantes en leyes propuestas por el oficialismo, protección de los derechos del usuario ante el “tarifazo” macrista, defensa de las pymes y de la producción y el trabajo nacional ante la crisis recesiva y un avance hacía el “nunca más” de la corrupción con la figura del arrepentido y la extinción de dominio, entre otros planteos no menos recientes, le dieron sostenimiento, permanencia y “centralidad” a la figura política de Massa, que hoy suma acuerdos y adhesiones “por dentro y fuera del peronismo”.

Su “articulación” con líderes parlamentarios del peronismo como Miguel Ángel Pichetto, Diego Bossio y otros, la “agenda legislativa” común con fuerzas y fuertes figuras progresistas como la de Margarita Stolbizer, los “objetivos comunes” con el empresariado a través de sus referentes sectoriales como Ignacio de Mendiguren, la jefatura de la CGT reunificada a través de sus referentes obreros Héctor Daer y Carlos Acuña y los reaseguros que al efecto le dan sus espadas parlamentarias Graciela Camaño y Facundo Moyano, entre otras acreencias, lo ponen a Massa a varios cuerpos de la muchachada que trata de desprenderse de la herencia K y renovar desde adentro al justicialismo y de otros, que pretenden renovar generacionalmente la política nacional.

Parado en el centro de ring político institucional, Sergio Massa, tiene por último una ventaja que, a medida que se acercan las fechas electorales, parece inalcanzable. Ser la “única figura competitiva” de la oposición para confrontar con posibilidades de éxito con el oficialismo y con el pasado. Hoy todos los ojos, miran a Massa. 

(Próxima Nota: La Renovación Peronista en Campana)

Por Mario Valiente – FM Futuro, 93.1 MHz – Programa La Agenda



El Derrame Virtuoso y La Copa Vacía

La Renovación Peronista - Los que quieren y no pueden