Con gran tristeza paso diariamente subiendo desde la barrera por Brown y Pasaje Demarco contemplando lo que es lisa y llanamente un basural.  Un basural abandonado nada mas ni nada menos que en la cuna misma de nuestra ciudad, lo que fuera la casa de los Costa.

Creo cualquier persona que llegara a nuestra ciudad se preguntaría donde se conserva el declarado patrimonio histórico de nuestra ciudad, la casa de nuestros fundadores, si viera ese basural y nido de ratas y alimañas, seguramente se pondría a llorar.

Si los hermanos Luis y Eduardo vivieran hoy, serían sin dudas los hombres mas ricos del país, cuando llegaron a la hoy nuestra ciudad , allá por 1860 el país tenía poco mas de un millón de habitantes y las cabezas de ganado ovino eran 7 millones, 10 años después 40 y en 1880 eran 60 millones de ovejas (hoy 15 millones). La mayoría de esas ovejitas eran de los Costa.

El doctor Eduardo Costa fue ministro de Mitre, candidato a gobernador derrotado por Mariano Acosta, luego refugiado en Brasil por persecuciones sufridas, en lo de su hermana Magdalena.

Los dueños de esa gran mansión tenían todo el mapa de nuestra hoy ciudad dividido en dos por alambrados, la mitad para la cría de ganado ya ovino en una segunda parte, y para la mayor plantación argentina de alfalfa.  Dando pie a las industrias frigoríficas, exportaban casi entonces la misma cantidad de carne que hoy exporta el país casi 150 años después. Hasta compraron un barco a vapor para llevar la carne a Brasil, se llamaba casualmente, CAMPANA

La mansión estuvo habitada hasta 1954, cuando falleció la descendiente que la alta sociedad llamaba Niña Costa,  luego fue rematada en una operación muy dudosa por 14 mil dólares y cuando todo se había evaporado, compradores también, pasó a manos del municipio, que se comprometió a conservar el patrimonio histórico .

Por supuesto sería hoy imposible reconstruirla, en el último intento que ensayó Jorge Varela cuando realizó un buen empedrado contenedor hace casi ya unos veinte años, se hablaba de 100.000 dólares para una restauración.

Tampoco habría que reconstruirla, todo sería mucho mas sencillo, una desmalezacion, dejar algunos árboles, pasto y plantas, pintar los restos que se ven desde abajo diseminados, en definitiva, hace un espacio público, con historia, podría también ubicarse una réplica de nuestro primer automóvil, hasta con la concesión si se quiere de algún puesto gastronómico, tentar a alguna empresa de jardines y parquizaciones a brindar alguna colaboración a cambio de publicidades, etc, etc , etc. La calle empedrada que baja de la Aduana es hermosísima, parece una calle de Colonia, las casas que la rodean, viejas, históricas también, una lástima tanta desidia, tanta indiferencia, tanta soledad.  Pensar que con tan poco dinero, y con varias ideas, podría recuperarse ese lugar tan histórico perdido.

¿Saben que dijo una vez Nicolás Avellaneda? “Los pueblos que olvidan sus tradiciones, pierden la conciencia de sus destinos” Y eso nos pasó con la casa de los Costa.

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