Cuentos de café
Diego Paolinelli

Amores Cobardes
  • Amores Cobardes

    Ilustrado por: @NEGROGODOY

Pablo saludó uno a uno al equipo del Programa, a su invitado y finalmente a la audiencia, como cierre de una noche de viernes más en la Radio. Sin saber que, no sería una más…

Ya con el cartel de “AIRE” apagado, se quedaron unos minutos más alrededor de la mesa del estudio intercambiando algunos conceptos y luego despidiendose hasta la próxima.

Esa noche el invitado, había sido Marcos. Un viejo periodista, que se estaba retirando a sus 70 años de la profesión, saludaba y agradecia a cada uno, por la entrevista. Cuando llegó a Pablo le dió un gran abrazo, le dijo que fue genial estar del otro lado de las “preguntas” y que se sentía muy agradecido por el trato recibido por Él y todo su equipo.

Pablo solo confirmó con una gran sonrisa y luego preguntó si necesitaba que lo acercara hasta su casa, sabiendo que había llegado a pie. Marcos, inmediatamente agradeció y aceptó el ofrecimiento.

Llegados a la puerta de la casa del periodista, este le dijo: “Pablito, ¿vos estas apurado?. El conductor, le respondió que No, ya que su compañera no estaba en la ciudad y al día siguiente, no trabajaba.

Marcos dijo: “Genial, ¿por qué no pasas? que tengo una historia personal y tal vez te sirva, ya que te gusta escribir y para mí sería un honor que vos la cuentes”. Pablo entre intrigado y orgulloso por sentir que había generado esa confianza en el veterano reportero, solo atinó a decir como respuesta afirmativa: “¿Me imagino que no será a pico seco?” y sonrió al ver a su partener levantar la bolsa con el regalo del auspiciante del programa, y sacó de la misma una botella de JAMESON (whisky irlandes).

Ya sentados a la mesa de la cocina de la pequeña casa céntrica, ambos degustaban el sabor del whisky, luego de chocar las copas. Marcos inició con la introducción al tema diciendo:

“Pablito…en la entrevista, no fui totalmente sincero con vos.”

Pablo abrió los ojos al escuchar esto.

“¿Viste la parte donde me preguntaste, como llegué a abrazar la profesión de grande?. Bueno, no solo fue mi espíritu curioso, o mi hábito por escribir y el contacto con los Medios locales…en realidad fue por una mujer, LA MUJER de mi vida”

Hizo una pausa, miro hacia el techo algo descascarado como buscando como seguir, sorbió otro trago y retomó diciendo; “Me imagino que escuchaste la canción esa que dice: En la vida hay amores que nunca…pueden olvidarse. Bueno…indudablemente fue…digo es, mi historia. Yo tendría 24 o 25 años, empleado bancario en la ciudad de Campana, mientras vivía en Zárate, a principios de los años 70. Cuando ingresó a trabajar en esa sucursal, una joven recién salida del secundario, con apenas 18 años.”.

Cuando vuelve a generar una pausa, Pablo se involucra en el relato: “Una diferencia de edad importante, pero no limitante ya que ella era mayor de edad”.

Marcos asiente con la cabeza y continúa: “Pero no pasaba por ahí la cuestión, el limitante era…que Yo, hacia 7 años estaba de novio con una chica de Zárate”.

“Epa” dijo el joven y acotó: “En una época, donde a los veinti pico ya llevabas un noviazgo de años, era para compromiso y poner fecha de casamiento”. “Exactamente” dijo el viejo periódista.

“Pero la cotideaneidad en el trabajo, compartir charlas, etc. Hasta que un día, NOS MIRAMOS. Y creo…bah en realidad estoy seguro que ahí se encendió algo”.

Pablo no dudó en consultar: “Y al darte cuenta, ¿avanzaste…ahí mismo en el laburo?”

Marcos frunció el seño y negó con la cabeza, para luego responder: “No, fue culpa de un compañero de trabajo, que al detectar nuestros cruces de miradas, me desafió diciendo: Vos no sos capaz de levantarte esa mina”.

El locutor solo agregó: “Machismo en su grado mas elevado”.

“Así es Pablito. Pero mas allá de la apuesta…que en realidad la perdí, porque esa noche donde había un festejo con el equipo del Banco, yo no fuí…porque tenía que cumplir con mi pareja e ir a una reunión familiar.

“El tiempo se dilató, pasaron meses, casi un año. Hasta que un día no aguante más y la invité a ir a tomar algo, a la salida del trabajo. Nos encontramos en el boliche ZOCOS, en la zona de reservados. Fui totalmente honesto, a pesar que ella ya sabía de mi relación formal. Le confesé que no sabía si estaba enarmorado…pero que me costaba mucho vivir sin Ella. Y ahí se selló una especie de pacto entre los dos.

En ese momento inició una historia que me marcó hasta hoy. Fue una relación que me duele mucho…porque creo que fui muy cobarde”.

Pablo, ante el breve silencio de su amigo, aprovecho a preguntar: “¿Y que tipo de relación fue esa…una del tipo clandestina o formal?”

El veterano, resopló una respuesta rápida: “Si y No”, para continuar diciendo: “Era formal con la de Zárate y también era formal con la de Campana. Fue un año y medio muy difícil, porque tomé muchas decisiones afectado por mi entorno (Familia y Amigos). Mi Madre, que había criado prácticamente a mi Novia de Zárate y mi grupo de amigos, que me miraban inquisidoramente. Más allá de eso la relación con la chica Campana, fue creciendo exponencialmente y mas aún cuando, como sus abuelos vivían en la costa Atlántica, Ella un buen día me propone ir un fin de semana a Mar del Plata (cabe aclarar que para la época, no era común ir fuera de temporada y la distancia, en tiempos viajando en colectivo era aún mayor). El tema además era, como acomodar mi ausencia todo un fin de semana. Pero como en ese momento yo estaba iniciando tareas periodísticas con el Círculo Deportivo, inventé una cobertura fuera de la zona, en complicidad con el Presidente de la entidad».

«Los viajes a Mar del Plata siguieron sucediendo mes a mes. Fue un año y pico de relación…muy intenso. No pude, en ese momento dilucidar cual era la Novia y cual era la Amante, pero ahora 40 años después…cada vez que la estoy pasando mal, me refugio en el recuerdo de Andrea, la chica de Campana”.

Pablo, se sorprende al escuchar por primera vez, el nombre de la chica e interpela preguntando: “Y cuando hablás de cobardia…fue ¿por qué se terminó esa relación, teniendo la posibilidad de seguirla? O ¿por qué tuviste que decidir por una de las dos?”

Marcos, vuelve a llenar su copa y sin mirar al joven responde: “Porque un día me abrumó la situación. Yo viviendo aún en casa solo con mi Madre. Durante casi seis meses, llegaba a la noche y tenía que cenar solo. Ya que mi Vieja, sabiendo de la situación había tomado partido por la muchacha que había criado. Y por otra parte la presión de mis Amigos que no entendían que me había enamorado de otra persona, que no era parte de ese grupo, dejando de lado a la novia de la adolescencia.”

El joven aprovechando que Marcos, volvia sorber de su copa, consultó: “¿Como y cuando, fue el momento que decidiste cortar con Andrea?”

El veterano, resopló y dijo: “Una mañana, me levanté y decidí que no podía seguir así, entonces fui hasta el Correo y mandé el telegrama de renuncia a mi trabajo en el Banco. Para no verla mas…” mientras de sus ojos vidriosos, por la hora y el alcohol, dejaban entrever lagrimas que rápidamente secó con el dorso de la mano.

Luego continuó: “Al otro día me fuí a buscar trabajo a Buenos Aires y empecé a viajar todos los días en tren”. Hace una pausa, buscando aliento y recuerdos: “A los dos meses de esto, por ahí el sentimiento fue mas….entonces, en un momento de locura o necesidad, decidí que quería verla (no es necesario aclarar, que en esa época, sin celulares, sin redes sociales, de hecho sin Teléfono en la mayoría de las casas). Le escribo una carta….diciéndole que nos encontráramos un sábado a la noche, en el banco de la Plaza Eduardo Costa de Campana, donde nos encontrábamos siempre…

Me voy ese sábado hasta Campana, me senté a esperarla en el banco de la plaza…de pronto para un Renault 12, el padre de Ella tenía un auto así. Pero la que baja del vehículo, no es Andrea sino la Madre. Vino y me encaró, diciendo creo…las cosas mas duras que me dijeron en mi vida. Recuerdo que cerró diciendo: Vos sos un cobarde…y mi hija, es mas cobarde que vos. Ustedes dos se adoran, lo sé, porque lo vi. Vos elegiste la cómoda, tú novia de Zárate. Y Ella, eligió irse”.

“¿Se fue de la casa? Se animó a preguntar Pablo.

“Se fue a Mar del Plata, a casa de sus abuelos” respondió Marcos.

Y siguió con el relato: “La madre me dijo: Ustedes dos, se negaron a ser felices. Pegó media vuelta y se fue”.

“¿¿Y vos, nunca la fuiste a buscar??”, atropelló el joven conductor.

Marcos sin pensarlo dijo: “No…no!. Y esa….esa es mi condena Pablito”.

Pablo vuelve a interrogar: “¿¿Entonces, nunca la volviste a ver??…porque vos al principio de la charla me dijiste que abrazaste la carrera por una mujer, siendo esta la mujer de tu vida”.

Marcos aclaró la garganta con otro trago de Jameson y dijo: “Claro, inicio estudios formales en el Instituto 15 de Campana, por mi anhelo de ser Periodista titulado y con la esperanza que…algún día, cuando diera vuelta a la esquina…me cruzara con Andrea, como lo hacia en esa época. Ya que sus padres vivian a la vuelta del Instituto. Pero no se dió”.

Vuelve a tomar aliento, le pesaba la historia en el alma:

“Pasaron los años, hasta que un día, cuando nos juntabamos una vez por mes, con unos amigos de Campana a comer en la casa de uno de Ellos. ¿Viste que la sobremesa, cuando el asado estuvo bien regado, te afloja la lengua?”

El joven asintió con la cabeza, esperando el remate.

“Bueno” continuo el veterano periodista, “Salió el tema, ya que alguno de Ellos la conocian del Banco y otros del barrio. Y les confieso que iniciar estudios de la carrera de periodista, fue por lo que te acabo de contar, mi expectativa de volverla a cruzar.

Los muchachos me escuchaban en silencio, pero se miraban entre ellos, hasta que uno lo rompe diciendo: Andrea murió hace cuatro años”.

“Nooo” exclamó Pablo y se tapó la boca en señal de sorpresa.

Luego dijo: “Me imagino que se te partió el corazón”.

Marcos con la voz quebrada continuó: “Viste…viste cuando vos te quedás así…¿perplejo?. Se me habian acabado las chances…de pedir perdón, de un abrazo, de un café….de NADA!!

Toda la vuelta hasta mi casa, los lagrimones se me caian a montones. Pero una vez adentro, fue una crisis de llanto incontrolable, sentado solo aquí, donde estamos ahora.

Sé, que fuimos cobardes los dos…pero Yo, no me lo voy a perdonar nunca…No me lo perdono. Porque, me dí otras oportunidades, me casé dos veces y me separé dos veces.

Ambas supieron de mi historia que no fue…y mi segunda mujer, Diana, un día hablando con mi suegro le dijo: Marcos tiene un fantasma, que es Andrea…y Yo con ella no puedo competir.

Ahora con el tiempo, reconozco que tenía razón, Yo convivia con el fantasma de Andrea, de lo que podía haber sido y no nos atrevimos a vivir”.

Pablo, palmeó el hombro de su viejo compañero, que miraba el fondo del vaso ya vacío. Conmovido por el relato, solo balbuceo la letra de la canción de Silvio Rodriguez OLEO DE UNA MUJER CON SOMBRERO:

La cobardía es asunto de los hombres

no de los amantes…

Los amores cobardes no llegan a amores

o a historias, se quedan ahí

ni el recuerdo los puede salvar

ni el mejor orador conjugar…...

Luego, repasó con su mirada, la pequeña casa. El escritorio con la computadora, junto al televisor, donde Marcos escribía sus editoriales a diario. Los afiches de sus escritores favoritos decorando las paredes, algún Premio de su carrera y el banderín de su amado Racing Club. Un gato atigrado como única compañía, recostado sobre una silla junto a él.

Y la imagen del viejo periodista…sentado, con sus piernas cruzadas y buscando una repuesta en la botella casi vacia.

Pasaron los meses y el físico de Marcos se fué deteriorando, hasta que su corazón roto dijo: basta.

Pablo, se tomó una tarde de sábado para ir hasta Campana y recorrer la Plaza Eduardo Costa, esperando ver el banco…donde Andrea y Marcos…ahora se puediron encontrar.

FIN

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