De todo un poco
Marcelo Boscoso

Por siempre Tía Coca
Hace unos pocos días se nos fue la tía Coca, Lucía Lambertucci, si bien no nos unía un parentesco real, le decíamos así porque la sentíamos como tal. Era una hermana, como una segunda mamá precisamente de la mía, su mejor amiga.

Con sus casi 94 años de repente su cuerpo se sintió agotado y gracias a Dios sin casi sufrimientos, una pequeña parte de su luz, apenas , se apagó.

Las anécdotas de nuestra vida tantas veces juntas son interminables. Uno de los recuerdos más cómicos de mi niñez lo tengo de su casa, a la vuelta de la mía, cerca del hospital. Coca era hace años, cuando no existían las webs de apuestas on line tan hoy de moda, ni tantas agencias de lotería, creo ni habían casi quinielas oficiales, la levanta apuestas más conocida de Campana, todo legalizado por la policía, si oficial, que si algo pasaba por investigar, detenía por las infracciones y contravenciones a los entonces trabajadores de presos, si, había, en Campana, en Argentina, y por qué no también en el mundo, personas que trabajaban de presos. Cuando en Campana ocurría alguna ilegalidad, un señor de apellido Poderoso, no por su fuerza sino que ese era su apellido, hacía profesionalmente las veces de detenido por infringir las leyes de los levanta quiniela. Que “pitucada”, verdad? Hablando de pitucadas, cuando venía de su coiffeur Rosita, me mandaba a comprar de Forlani un aerosol de spray y endurecía su peinado por días, que a nadie se le ocurriera tocarle el pelo.

Una tarde, entre libretitas de largas sumas, póngale 10 guitas a la cabeza, 5 a los 10, hágame una redoblona, ni idea en esa época del quini 6, mientras yo tomaba una gaseosa mirando, se encontraba un señor con una dificultad en sus piernas, tenía una de ellas más extensa que la otra y equilibraba la diferencia con un enorme zapato ortopédico negro de cuero de unos cuarenta centímetros casi. Entre número y número, Coca le dio un mate, después de la apuesta “cargada al sistema”, le dijo: - Tómese otro, don Cosme, así no se va rengo. Mi sonrisa, mi recuerdo, mi alegría de ese momento, perdura todavía en mi corazón.

Viajes, recorrió el mundo, tengo desde que me re recibí su papiro de Egipto entre las reliquias de mi oficina. Las noches en que íbamos al Hipódromo de Palermo mientras me daba consejos de como manejar cuando un auto se me adelantaba, todos, los domingos de lechones, el cuerito bien crocante, la especialidad para la Coca. La mejor trozadora de lechones que he visto en mi vida.

Aquel día en que fue estrella de televisión en el programa más famoso de Canal 13 cuando sus nietos le prepararon una gran sorpresa.

Aquel día en que su casa se incendió, volvía de joda con mi vieja, - hay humo por allá, decían entre risas, era su casa. Sobrepasó esa y todas las circunstancias no tan agradables, supo crear una familia que la quiso, quiere y querrá siempre.

Las tardes de mate en compañía en el negocio de mi madre, los partidos de chin con, las curadas de empacho y de los ojeados que me provocaban las mujeres, todo esto y mucho más quedará grabado para siempre de esta hincha fanática de Racing precisamente como Mirtha Legrand, quien le sacó poco mas de un año al estar cumpliendo 95 precisamente esta semana.

Párrafo aparte para terminar, referir al imbécil que informó para las estadísticas su muerte como “covid”, no, al contrario, el presidio y encierro al que fue también ella condenada con sus más de 90 años, aceleraron su partida, el no poder salir a su peluquería, a venir a hacer las compras al barrio con su carrito. Pero un poco apenas, tía Coca sigue por siempre.
 

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