La venta de Celulosa Argentina, histórica papelera con planta en Zárate, volvió a encender las alarmas en el cordón industrial de la zona que afecta a Campana, donde cada cierre o reestructuración repercute directamente en cientos de familias. El control de la compañía quedó en manos del empresario Esteban Antonio Nofal, quien adquirió más del 45% del capital social mediante un contrato de compraventa que incluyó participaciones de accionistas locales y el control de la sociedad Tapebicua Cayman Limited, hasta ahora beneficiaria de la mayoría accionaria.
El comunicado oficial presentado ante la Comisión Nacional de Valores (CNV) detalló que Nofal pagó un dólar estadounidense por la totalidad de las acciones, pese a que el precio de referencia en el mercado de las acciones clase B en el semestre previo a la transacción fue de $282,1 cada 100. Debido a la delicada situación financiera de la firma, el comprador solicitará a la CNV una excepción prevista en la Ley de Mercado de Capitales para no considerar ese valor promedio al fijar el precio equitativo de la futura Oferta Pública de Adquisición (OPA), que deberá lanzar obligatoriamente por la totalidad de las acciones en circulación.
El traspaso accionario se produce en un contexto crítico: la planta de Capitán Bermúdez está paralizada desde hace casi tres meses, la empresa presentó un balance con pérdidas por $170.000 millones. En la región, la noticia suma inquietud a un panorama ya delicado. Más allá de que la planta no esté en Zárate o Campana, ambas ciudades comparten desde hace décadas un mismo capital productivo y mano de obra, con trabajadores que cruzan a diario de una localidad a otra. Por eso, la situación de Celulosa Argentina se vive como un nuevo golpe al entramado industrial que sostiene la economía de la zona.