2010-03-14 | 9:00 La Nota del Domingo
Pablo Larrañaga, un artista que pinta como Dios manda
Esta es la historia de un chico que solo quería pintar y se transformó sin buscarlo en uno de los artistas plásticos más jóvenes y destacados del momento.
  • Pablo Larrañaga, un artista que pinta como Dios manda

    Es Campanense, tiene apenas 22 años y ya expuso en diversas partes del mundo.

  • Pablo Larrañaga, un artista que pinta como Dios manda

    Este pequeño pero gran artista considera al arte como una valiosa herramienta para el cambio social.

  • Pablo Larrañaga, un artista que pinta como Dios manda

    Hoy, Pablo expone junto a destacados artistas que ayer, eran sus profesores o modelos que seguir.

  • Pablo Larrañaga, un artista que pinta como Dios manda

    La religión, es su principal motor para desarrollar una obra.

Es también una historia de religión, creencia, compromiso social, amor y principalmente, arte. Es una historia que se resiste a conformarse con lo dado y que busca la trasformación social a partir de un pincel, un atril y un par de acuarelas. Estamos hablando de un artista, que con tan solo 22 años, recorre el mundo llevando sus creaciones y creencias. Es nada más y nada menos que Pablo Larrañaga, una historia de vida única, esas que escasean en un mundo marcado por el individualismo y la arrogancia, que tiene matices fascinantes que trasciende los limites de cualquier marco de pintura para conectarse y conectarnos mejor.

“Para mi el arte no es simplemente una pintura en una pared. El arte es conciencia, capacidad trasformadora, transmisor de valores y portador de realidades. Es un instrumento de alegría y esperanza”, reflexiona Pablo cargado de emoción en un cuarto donde lo único que se visualiza y respira es arte: cuadros, acuarelas, libros, atriles y esculturas, que marcan su territorio, su “mundo”.

Allí cada palabra, cada frase es revelada en forma pausada y tímida, aunque con tonos y expresiones firmes que se acentúan y engrandecen con cada movimiento de manos, que toma su cuerpo como si fuera electricidad y que descarga emoción, alegría, pasión…

“Cuando agarro un pincel, una hoja o cualquier instrumento para hacer una obra es porque tengo algo que decir, tengo algo que liberar y sé que puede ayudar a alguien, generar algo en otras personas. Muchas veces no sé lo que va a trascurrir en un lienzo….porque comienzo con manchas espontáneas, lo que dios en ese mismísimo momento me trasmite y genera”, agrega.

Pero la historia de Pablo no comienza allí, ni su llegada al mundo artístico fue de casualidad, aunque él sí lo crea. “Desde chico escuché hablar de arte en mi casa, ya sea gracias a mi mamá, que como periodista escribía sobre arte, visitaba muestras o exposiciones o gracias a mi abuelo, que también se relacionada con la pintura y la escritura. Incluso mi papá que pese a ser Ingeniero, le gustaba mucho la actuación y participó de obras de teatro en la calle Corrientes, además de ser mimo. Pero nunca me imaginé que yo iba a seguir este camino hasta que pinté mi primer cuadro a los 15 años y fue de casualidad. Yo quería ser corredor de motos o director de cine”, recuerda.

Y fue entonces cuando una simple tarea escolar, esas que a diario realizan cientos de miles de jóvenes en nuestro país, que terminó marcando y definiendo su destino “Todo comenzó en la Escuela Media Nº 2, cuando en una de las materias de la orientación artística, nos pidieron que desarrollemos un cuadro a partir de lo que para nosotros significaba la representación social, obra que además iba a participar de un concurso impulsado por el Honorable Concejo Deliberante”.

“Hasta ese momento de mi vida nunca había pintado ni me interesaba hacerlo. Recuerdo que lo hice por obligación, sin saber que a partir de ese instante algo iba a cambiar y que iba a conocer un mundo hermoso, fascinante y del cual no me despego ni un minuto de mi vida”, repasa Pablo y agrega, “lo disfruté muchísimo porque no solo pude plasmar mi visión de la realidad con cada forma y trazo creado, sino que además gané el segundo premio de aquel concurso”.

Así Pablo y casi sin proponérselo inició un camino en uno de los mundos más exclusivos y cerrados si los hay, como lo es el de los artistas plásticos, donde solo habitan personalidades con un don especial. Este mismo mundo es el que lo reconoce y acobija entre algodones y por lo cual Pablo, busca devolver con obras cuyo transfondo “intentan trasmitir un mensaje de paz y esperanza al prójimo” para el cual pinta y siente.

Pero Pablo también tiene otra pasión y otra devoción que lo hace vivir y lo mueve en esta tierra. Y es justamente el arte, el que le permitió unirlas: “Toda la vida fui creyente, cristiano, pero desde hace cuatro años al participar activamente en una Iglesia Cristiana Evangélica de la ciudad de Zárate, un Pastor me preguntó ¿Qué tenes para ayudar al prójimo?, retomando un pasaje de la Biblia. Y fue en aquel momento que entendí que mis pinceles, mis pinturas… eran mis herramientas con las cuales podía aportar algo al mundo, ayudar a otros en sus dolencias. Y ahí entendí que la pintura podría ser un canal liberador no solamente para mí, sino también para mis pares”, reveló Pablo.

Y fue también en ese mismo instante que comenzó a transitar pueblos, ciudades, países y continentes, para brindar charlas y talleres con mensajes esperanzadores, principalmente a los jóvenes, “que muchas veces son rotulados con palabras negativas y mal vistos por la sociedad, sin tener lugares donde demostrar lo contrario”, afirma y completa “En estos espacios, el arte y la religión se presentan como instrumentos de inclusión social y desarrollo personal, donde más allá de las técnicas de pintura que pueden recibir, los chicos generan obras a partir de sus pensamientos, reflexiones y valores”.

Conforme a esta premisa es que Pablo tampoco tiene un estilo o técnica definida para sus creaciones, porque “muchas veces inicio una pintura sin saber lo que va a suceder. Generalmente comienzan siendo manchas espontáneas, improvisadas, donde se refleja el accionar del pincel, generadas por lo que en ese mismísimo momento me trasmite Dios, siempre relacionadas con cuestiones sociales”.

Y profundiza, “No puedo definir un estilo en mis obras, aunque me siento identificado con el estilo Expresionismo Abstracto Simbólico, porque pinto a partir de lo que me pasa en mi interior, expresando lo que siento y no copiando o imitando alguna foto u objeto. También uso símbolos bíblicos y religiosos reconocidos por la sociedad, para que los cuadros sean interpretados por todos y no solamente por un sector”.

Este camino de la improvisación, del arte mezclado con la danza, la música y la religión convirtieron a Pablo Larrañaga en un nombre propio, único e irrepetible, referente del arte joven no solo de Campana, sino también a nivel nacional donde el reconocimiento llega de la mano de sus pares. Esto le permitió, pese a su corta edad, exponer en Estados Unidos, Brasil, Chile y casi toda la Argentina, además de recibir numerosos reconocimientos, entre los que se destacan: Primer Premio Poesía Ilustrada y Mención Honorífica, ambas de la Universidad de Lujan; Mención de Honor en Muestra por la Paz y el Medio Ambiente en Gualeguaychú, Mención en Pintura por el Rotary Club Buenos Aires, Segundo Premio Pintura del Concejo Deliberante local.

“Estoy muy agradecido por todo lo que me ha pasado a lo largo de mis años. Cuando miro para atrás y realizo un raconto de todo lo que me ocurrió, no puedo llegar a comprender toda su dimensión. Que sea yo él que viva todo eso”, comenta asombrado Pablo, con sus ojos cargados de emoción y manos elevadas al cielo, como buscando una explicación que le ayude a comprender qué es lo que genera en cientos y miles de chicos, que lo siguen y acompañan congresos tras congreso a lo largo de corta pero intensa carrera.

Un ejemplo de ello, fue el taller de arte brindado hace dos meses en la provincia de Córdoba, donde se hicieron presentes 2000 chicos de diversas partes del mundo, donde Pablo expuso y realizó tres pinturas en vivo. O que le permitieron participar de exclusivas exposiciones desarrolladas en circuito artístico de nivel internacional como son: Art Sessión 09 (Club Hípico Alemán), Land Mar Building Miami 09, Galería Escarlata, Palermo Soho (Argentina), Exposición Internacional en el Hotel & Casino Sol Victoria (Argentina), entre otros.

“Creo que el secreto está, supongo yo, en que todo lo realizo con mucha pasión y dedicación y por sobre todo, con el acompañamiento de mi familia, que esté donde esté, siempre comparten conmigo mis experiencias, apoyándome y dándome aliento para que dé lo mejor de mí en cada evento o exposición”.

“Por eso, hoy día, estoy escribiendo un libro sobre el mundo artístico y cómo intervenir en el, principalmente para ayudar a los jóvenes que aman el arte como yo, pero no consiguen ingresar o mantenerse, porque triunfa el individualismo y la competencia entre artistas, antes que el amor por el arte mismo, provocando que las energías se establezcan en un camino sesgado por la negatividad”.

Y es por esta creencia y por la fuerte convicción de que instrumentos tan valiosas como un pincel, una acuarela o un cuadro, pueden generar un cambio de actitud en las personas y mover esfuerzas para el bien del prójimo, es que Pablo seguirá recorriendo cada rincón de este mundo, llevando su arte a partir de la prédica de Dios, su Dios.

Dogma que sumado a su talento, carisma y misterio es que seguirá escribiendo su historia. Una historia marcada por el éxito y las consagraciones que llegan con tan solo 22 años, porque tal como lo define el reconocido periodista Lalo Mir, Pablo Larrañaga… pinta como Dios manda.







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