Villa Dálmine fue un equipo que nunca encontró el camino correcto para llegar al gol. Intentó por diferentes lados, pero siempre fue por la vereda equivocada. Santamarina no hizo mucho desgaste, pero pegó en el momento justo y encontró el gol. Luego defendió el resultado con uñas y dientes, por eso se quedó con tres puntos clave.
En el primer tiempo las pocas situaciones de peligro arrancaron desde los pies de Ángel Luna. El 10 fue el único que pudo darle juego al Viola, aunque no rompió demasiadas veces la línea defensiva contraria. Pero en dos oportunidades, trió buenos centros para Renso Pérez, quien en la primera cabeceó débil y en la segunda quiso fusilar y el remate se fue desviado.
Por su parte, Santamarina en la primera que tuvo avisó. Y en la segundo, convirtió el gol. Tras una pared, Pierce corrió toda la mitad de la cancha y cuando estuvo frente mano a mano con Kletnicki intentó dársela a Castro, pero lo hizo de manera defectuoso.
En esa se salvó Dálmine. Pero en la jugada siguiente, la suerte no fue igual. Desborde por derecha y centro atrás para Facundo Castro que ahora sí, dentro del área chica, mandó la pelota al fondo de la red.
Luego Dálmine agarró el control del partido aunque le faltó ser punzante en los últimos metros por eso no generó peligro. Incluso ni con Mauricio Alonso y Fydrisewski pudo encontrar el gol. El final llegó y la desilusión por el debut en casa se desmoró. La gente se fue con un sabor amargo, no por el resultado sino porque su equipo no pudo encontrar la llave del tesoro que tenía tres puntos adentro.
Ahora deberá enfrentar a Talleres, en una parada complicada. Dálmine deberá no caerse por lo que sucedió ante el elenco de Tandil y pensar que recién es el comienzo de un proceso que largo y que tuvo demasiados cambios.
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