2014-04-23 | 10:00 Calles peligrosas
Dos jóvenes fueron baleados desde una moto en Av. Varela y Av. Ameghino
Estaban en un auto, detenidos en el semáforo, cuando se les acercó una moto con dos individuos. Les exigieron dinero y terminaron disparándoles. La bala le atravesó el hombro al conductor y se terminó alojando en la tibia del acompañante.
  • Dos jóvenes fueron baleados desde una moto en Av. Varela y Av. Ameghino

    La Policía investiga el hecho ocurrido en la madrugada del pasado domingo.

“Papá, me arruinaron”, cuenta Sergio que le dijo Alan.
 
Y lo cuenta con indignación, con bronca, con impotencia. Con las sensaciones de un padre que ve a su hijo recostado en la cama de una clínica, con la pierna enyesada por un disparo de arma de fuego que le quebró el peroné y se le alojó en la tibia, poniendo en riesgo el nervio ciático.
 
Sergio no sabe si Alan volverá a caminar con normalidad.
 
Su relato sobre lo que le ocurrió a su hijo en la madrugada del domingo es escalofriante. Espanta.
 
Alan, de 18 años, viajaba como acompañante en un auto junto a Alexis, suamigo. Se habían ido minutos antes de su casa, en el barrio Villanueva. Iban por Av. Varela en dirección a la plaza Eduardo Costa y al llegar a Av. Ameghino, frente al Parque Urbano, se detuvieron en el semáforo.
 
Estaba en rojo.
 
Dos individuos en moto se les acercaron. Les exigieron 20 pesos. Y les insistieron por el dinero. Amenazándolos.
 
El semáforo pasó a verde.
 
Los jóvenes arrancaron y dijeron que no tenían plata. La respuesta que recibieron fue despiadada: quien viajaba como acompañante en la moto sacó un arma de fuego, la metió dentro del automóvil por la ventanilla del conductor y apretó el gatillo.

Apretó el gatillo.
 
El amigo de Alan, que manejaba el auto, atinó a cubrirse la cara. La bala le perforó la zona del hombro. Entró y salió. Mejor dicho: siguió su rumbo. Y fue a parar a la pierna de Alan. Le quebró el peroné y quedó alojada en la tibia.
 
Allí empezó una segunda odisea para los jóvenes.
 
Ya eran más de las 3 de la madrugada. Como pudieron, con todo el dolor a cuestas, siguieron hasta el Hospital San José. Ingresaron a la guardia, contaron lo que les sucedió y padecieron la atención.
 
“Ni siquiera le lavaron las manos. Lo tiraron en una camilla y cada vez que lo movían le generaban más dolor. En una veterinaria lo hubiesen tratado mejor”, denunció Sergio con indignación.
 
Cinco horas después, Alan fue trasladado a la Clínica Delta. Allí recibió las atenciones correspondientes y lo enyesaron. Pero la bala sigue en su pierna, alojada en su tibia, mientras espera por nuevos estudios e intervenciones.
 
“Quiero que el hecho se conozca, que quede claro lo que pasó. Y que alguien se haga cargo de lo que está pasando”, repite Sergio, quien espera avances en la investigación. "Tengo entendido que los dos delincuentes estuvieron a los tiros en otros lugares de la ciudad y que estarían identificados. No entiendo porque la Justicia no los detiene", se lamentó.

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